La posibilidad de encuadrar o enmarcar un día son infinitas. Pero para ello hemos de hacer un enorme esfuerzo consciente y decidir hacerlo. Todos tenemos un plan en nuestras vidas, hasta que algo (la vida) nos da un puñetazo en la cara y nos pone mirando al frente. Y por muy positivo que seas, eso sucede y sucederá. La vida se encarga de ello.
Pero independientemente del tipo de puñetazo que recibas, el tiempo acaba convirtiendo la historia en pasado, y la manera en que elijas representar esa historia en tu pasado, se encarga de impactar en gran manera en tu presente y en tu futuro.
Si decides encuadrar esa historia de forma negativa en tu pasado, resultará que tu plan de vida, tus objetivos, tus metas, lo que haces, lo que harás, se volverá reactivo, y estarán basados justamente en esa y otras historias negativas para ti. Es lo que comentábamos en el post anterior sobre «evitar algo negativo». Te vuelves cortoplacista y como estás en constante evasión, ante cualquier posibilidad de dolor intentas escapar.
Si actuas diariamente tratando de «evitar algo negativo» y eres reactivo, te acabas sintiendo víctima de lo que la vida te ha hecho. De lo mal que actuaste. De lo que hicieron los demás. Del problema que tuviste. De cómo ves a tu jefe. De la mala suerte que impera en tu vida. En definitiva del «dictador interno» que se encarga de recordarte todo lo malo que te sucedió, te sucede y te sucederá.
La pregunta es ¿Como reenmarcas tu pasado?
Un pasado positivo no depende de lo que te sucedió, ni del tipo de evento ocurrido, sino del tipo de historia que tú te cuentas. La historia que decides contarte sobre lo sucedido. En definitiva, lo sucedido, no importa tanto como las emociones y sentimientos que sientes al respecto.
El pasado es un significado para nosotros. Kahneman unos de los padres de la psicología conductual decía: «No elegimos entre experiencias, sino que elegimos entre recuerdos de experiencias» y asi es como estamos creando nuestro presente y también nuestro futuro. Kahneman nos habla sobre la teoría de los dos Yoes. El yo que tiene experiencias que vive el presente, y el yo que recuerda esas experiencias que es el que redacta nuestra autobiografía, no los hechos tal como sucedieron, sino lo que nos decimos para mantener nuestra unidad vital.
El Yo que recuerda elabora su propia versión del «recuerdo», no la experiencia objetiva de lo sucedido.
Según Kahneman «El yo que recuerda compone nuestras historias y las conserva para referencias futuras.» Los recuerdos son todo lo que conservamos de nuestra experiencia vital y son los que determinan nuestras decisiones. El Yo que recuerda es el que toma decisiones y «el poder de decisión del recuerdo es tal que estamos sometidos a su tiranía», mientras que el Yo que experimenta, el que da contenido a nuestra vida, no tiene voz.
El punto es ¿que tipo de decisiones tomarás ante un problema? ¿Que tipo de decisiones vas a tomar ante un proceso traumático? ¿Que tipo de decisiones vas a tomar ante un error? ¿Ante un dolor enorme, un sueño frustrado, una expectativa no cumplida? ¿un sobresalto emocional? ¿Una equivocación? El Yo que recuerda es el que decide nuestra actitud.
La forma en que «decidimos» gestionar la confusión, el problema, el error, el proceso doloroso, etc, determina en gran medida cómo será nuestro futuro. Y es el Yo que recuerda, el que se encarga de explicarnos lo que sucedió. ¿Cómo podríamos romper su tiranía?
Podríamos elegir la historia que asociamos a cada momento de nuestro pasado. ¿Podrias canalizar la emoción y tomar una decisión transformadora con ella? ¿Podrías convertir tu historia en un maestro terriblemente poderoso? ¿Podrias comprometerte e impulsarte con el aprendizaje ante ese tipo de situaciones en tu vida? ¿Podemos optar por replantear intencionalmente un recuerdo en un estado de ánimo positivo, en un entorno seguro y rodeados de personas de confianza? En resumen, ¿Podemos aprender de los eventos negativos?
El poder reside en ti. Con práctica deliberada podrías tomar la «decisión consciente» y desarrollar la habilidad de replantear positivamente cualquier experiencia y convertirla en una ganancia, un comportamiento vencedor.
Convertir el dolor, el problema, el error, en Crecimiento y Aprendizaje.
Tienes el poder de elegir cómo enmarcar cualquier experiencia, y cómo narrarla, como algo positivo. Esta es una de las propuestas de David L. Cooperrider, uno de los padres de la psicología positiva y de la Indagación Apreciativa.
¿Puedes sentirte genuinamente feliz de haber superado tus momentos más difíciles?
Cuando pasas por algo terrible y enmarcas la experiencia en la queja, el victimismo, la vida te sucede y eres el subproducto de tus experiencias. Eres la víctima impotente de lo sucedido. La queja te lleva a comparaciones malsanas y a la falta de aprendizaje de tus experiencias.
Pero si transformas cada experiencia en crecimiento personal, podrás considerarlo como una ganancia. Cuando aprendes de tus experiencias conscientemente y de forma proactiva, el resultado es que te sentirás mejor y no como un amargado.
La clave está en que nosotros debemos ser los que determinemos el significado de nuestras experiencias. Las experiencias no nos poseen. Nosotros somos dueños de nuestras experiencias.
Cuando estamos en esa actitud de ganar, aumentamos nuestra empatía, nos sentimos con propósito y con sentido en lo que hacemos. El agradecimiento por ejemplo, es un ejercicio que nos vuelve muy saludables. Con él disminuyen las quejas, los reproches, el victimismo, la búsqueda de un culpable e, incluso, la preocupación.
Transforma la queja y el victimismo en algo positivo. No importa de donde vengan. No importa lo que te diga el «Yo que recuerda». No importa lo que te diga tu «Dictador Interior». Desfusiónate.
Sencillamente, basta con un pequeño recordatorio, un brevísimo instante nocturno en el que recordemos algún momento agradable, beneficioso y rico por el cual sentimos agradecimiento y que nos permita disfrutar más de la vida, con más sentido y con menos queja.
Quizás pienses que a ti esto no te va a suceder. Porque cuando eres agradecido no sientes nada diferente dentro de ti. Bueno, quizás también estés esperando la recompensa inmediata, como cuando tienes el móvil delante de tus ojos antes de irte a dormir. Pero esta recompensa es diferida, porque es mucho mayor y te construye como persona.
Pero agradecer como todo comportamiento, requiere práctica consciente.
Ya sabes, se juega como se entrena.
¿Estás entrenando?