Cuando las circunstancias son adversas, nuestro cerebro suele querer que nos quedemos en la zona de confort. Reduzcamos la velocidad, dejemos de generar expectativas, y que nos dediquemos a aceptar menos de nuestra vida, y por qué no, también de nosotros mismos.
Básicamente nos dice. No luches más y date la vuelta.
Una de las primeras cosas que aprendes (o intentas aprender, seamos francos) cuando empiezas a meditar, es que tu cerebro, «NO ES TU AMIGO». Tu maestro te lo irá recordando sesión tras sesión. Especialmente al principio, cuando todavía te sientes identificado. Por supuesto, tu cerebro, también te dirá que si renuncias, que si te rindes a tus sueños, pues bueno, es un signo de «madurez», es un signo de que razonas y mides tus alternativas, comparas, y decides con tu libre albedrio. (uff, ahí no me voy a meter)
Leí hace algún tiempo que el propio Einstein hablando por experiencia, expresó la alternativa: “¿Cuántas personas están atrapadas en sus hábitos cotidianos: en parte aturdidas, en parte asustadas, en parte indiferentes? «Para tener una vida mejor debemos seguir eligiendo cómo vivimos”
Nosotros elegimos cómo queremos vivir. Pero una cosa es dejar que tu cerebro se encargue de decidir y elegir, y dejarle hacer lo que quiera (recordemos que le encanta vivir en piloto automático) y otra muy diferente prestar atención a las actividades que están sucediendo y detectar que están hundiéndote en el hábito, en la normalidad, en lo mismo de siempre, y en definitiva en la decepción.
Estoy seguro de que has escuchado o leído lo que dicen los neurocientíficos. «Tenemos redes o centros neuronales para casi todo», Hay uno para tu familia, otro para la felicidad resultante de resolver un obstáculo, otro para las reuniones con tus jefes, para cuando haces deporte, o para cuando resuelves tu espiritualidad. Incluso hay otro para cuando te conviertes en un adicto al trabajo o para cuando te vuelves un procrastinador.
El cerebro es una herramienta increíble, un instrumento asombroso, pero depende de nosotros, depende de ti hacer que pueda tocar la melodía que tú quieres que toque. Por supuesto, el primer paso es darse cuenta de cuáles son las partes de tu cerebro más dominantes, las que más ruido hacen.
Depende de ti detectar cuáles son la que buscan lograr algo positivo, o las que quieren que no te suceda algo negativo. Cuáles son las partes que te impulsan, y cuáles son esencialmente reactivas y protectoras.
Tu cerebro estará continuamente rastreando y buscando peligros, amenazas y tratando de alejarte de ellos. Y por supuesto convertirá cualquier grano de arena delante tuyo, en una montaña inmensa de miseria inmediata.
El momento aha más impresionante que puedes tener, es cuando te das cuenta de que no es una montaña, es un grano de arena. Y además, que tienes la habilidad para verlo cada vez que se planta delante tuyo diciéndote que des media vuelta y huyas.
No es fácil de hacer. Pero es posible. En el momento en que te das cuenta que tu cerebro lleva engañandote toda la vida, y que en realidad ese grano de arena, ha estado delante tuyo todo el tiempo, es cuando decides que vas a saltar, porque eres capaz de ver lo que hay delante. No es una montaña. Es niebla fina, que quizás ahora mismo no te deja ver, pero que puedes atravesar. En ese momento, es cuando que te das cuenta que estás fuera de la caja.
Ese es mi camino en OpenSpacePaths. Ese debería ser tu camino. Regalarte las herramientas, los momentos, para que seas capaz de atravesar las paredes de la caja, las paredes de la habitación que llevas años puliendo de forma incansable, creyendo que es la habitación de la vida, y abrir una ventana al otro lado, en dónde el sol brilla como nunca antes había brillado.
Y ahí todo empieza a cambiar.
Y ahora…, tú estás fuera, y ves que la caja, en realidad no era una caja, ni siquiera era una habitación cerrada, tú ya estabas fuera pero no te habías dado cuenta.
Tu Puedes Convertirte en lo que Quieras Ser
Con gratitud!!